Según Aristóteles, la templanza es la virtud de la moderación frente a los placeres. Una persona prudente es aquella que puede reconocer el punto medio en cada situación. La verdadera cuestión es, por tanto, cómo se sabe cuál es el punto medio de las cosas.
En nuestros días hay infinidad de opiniones respecto a cuándo y por qué la práctica de sexo es buena o mala. Me arriesgo a decir, para simplificar, que la brecha más profunda es la que separa es la que separa a las personas que creen que el sexo debería estar reservado para el hombre y la mujer que han pasado por el sacramento del matrimonio y las que no lo creen en absoluto y piensan que el sexo es bueno siempre que esté consentido por ambas partes. Bajo mi punto de vista, ambas opiniones son respetables, sin embargo, no comparto ninguna de las dos.
Para explicarme mejor voy a distinguir entre "sexo"; para referirme meramente al acto sexual, y "hacer el amor"; cuando el acto sexual implica donación de amor por ambas partes y existe, por tanto, ese sentimiento.
Por un lado, no creo que se deba esperar al matrimonio para hacer el amor, o que tenga que ser algo exclusivo del mismo. Hay personas que se quieren y que no creen en el sacramento del matrimonio, y no pienso que por ello no puedan mantener relaciones sexuales. Además, defiendo que si dos personas se quieren las mantengan, porque es una forma de entregarse el uno al otro y de expresar su mutuo amor.
Sin embargo, no estoy de acuerdo con el sexo por el sexo. Me refiero a los hombres y mujeres que se acuestan con personas que han conocido unas pocas horas antes o que apenas se conocen y además acostumbran a hacerlo. Para mí, el sexo es algo muy intimo y cada vez que se van sumando "ligues" a la lista va perdiendo poco a poco ese carácter de intimidad.
En nuestra sociedad el sexo está perdiendo la importancia que tiene. Se sobrevalora el placer que se obtiene al practicarlo y se menosprecia el valor sentimental y afectivo que debe acarrear. En vez de explicar a los jóvenes lo que realmente debería representar para ellos el sexo (que sería, según la distinción anterior, hacer el amor), les regalamos preservativos por doquier y hacemos que puedan comprar las pastilla del día después como si fueran a comprar chicles. La imagen que nos transmiten algunas series de televisión, cada día más de ellas, es la de que el chico o chica "guay" es aquel que practica sexo sin compromiso, sin importar con quien etc. Sin embargo, los que no lo hacen son considerados "bichos raros" por no perder la virginidad con tan asombrosa rapidez. Todo esto propicia que cada vez más jóvenes y a más temprana edad, si cabe, caigan en el sexo por el sexo por no sentirse inferiores a los demás.
Para concluir, creo que el punto medio del sexo es hacer el amor. practicarlo con alguien a quien quieras y que te corresponda, no importa si antes o después del matrimonio, o si en tu vida sólo has querido a una persona o a cinco.
domingo, 13 de noviembre de 2011
"Amigos" de la red.
Un estudio realizado en colaboración con la Universidad de Navarra, pone de manifiesto que Internet supera ya a la televisión y al móvil en las preferencias de niños y jóvenes. El 71% de los niños son usuarios de Internet y esta cifra aumenta al 88% cuando se trata de adolescentes. En cuanto a las redes sociales, un 70% de lo menores son miembros de una o varias de estas redes. ¿ ofrecen estas redes una mejor “vida social” que la que había hasta el momento?
Las nuevas tecnologías y, en concreto, las redes sociales, están cambiando la forma de relacionarse entre los jóvenes. El factor físico de las relaciones se pierde cada vez más a medida que aumentan los “amigos virtuales”.En total acuerdo con Bernie Paternina, las redes sociales deben complementar las relaciones de la vida real, no sustituirlas. Por supuesto, las redes sociales tienen aspectos positivos, como encontrar a personas que hacía tiempo que no veías y volver a tener contacto con ellas, o seguir manteniéndolo con amigos que por motivos de trabajo, estudios… ya no viven cerca. Además, como en mi caso, sirve para poder descargarte las fotos que cuelgan tus amigos de las fiestas en las que hemos estado JUNTOS.
Resalto la palabra “juntos” porque hace referencia al factor físico que he mencionado unas líneas más arriba. Bajo mi punto de vista la amistad, la verdadera por lo menos, sólo se puede formar si existe ese factor. Para conocer a alguien tienes que quedar con esa persona, pasar tiempo con ella, estar a su lado…etc.
En estos momentos parece que los jóvenes compiten por ver quien consigue acumular más amigos en Facebook o Tuenti. Pero ¿realmente se les puede llamar amigos?. Naturalmente que NO. Hay personas que aceptan a otras a las que ni siquiera han visto personalmente o incluso que ni saben quien es, otras que sólo aceptan como amig@ a alguien para poder cotillear su perfil y luego comentarlo por ahí, otras que simplemente no son capaces de relacionarse con la gente de a pie y buscan no sentirse solos consiguiendo amigos virtuales.
En mi opinión las redes sociales no deberían servir para hacer amigos de forma fácil, sino para mantener el contacto con los que has conseguido de una manera seguramente mucho más difícil. Yo creo que las redes sociales hacen más daño que el bien que causan. Ya no se queda a tomar café, se habla por Tuenti.
En este sentido, me considero una persona bastante en contra de todas estas formas de hacer “vida social”, ya que para mi, la vida social se hace viviendo en sociedad, en la vida real, en definitiva, en la calle.
Sería una hipócrita si dijera que no tengo ninguna de estas redes, pero la verdad que tengo dos; Facebook y Tuenti, pero lo que si es verdad es que me cuesta hasta esfuerzo meterme en ellas. Las relaciones de verdad se consiguen y mantienen en el mundo real.
LA GENTE JOVEN
En los tiempos que corren creo que uno de los grandes problemas que afecta a la juventud es la educación. No sólo la educación formal que reciben de los centros educativos, sino también la educación informal de la que se impregnan, bien sea de la que reciben de su familia como de la sociedad que les rodea; televisión, radio, grupos sociales…
Vivimos en una sociedad en la que prima el liberalismo y se difunde el relativismo moral, todas las opiniones son correctas e igualmente válidas. Esto afecta cada vez más al ámbito educativo y se ve reflejado en los currículos escolares. Cada vez más el profesor aparece como un igual del alumno y va perdiendo la potestad y el respeto que se le daba en generaciones anteriores. Aumenta en un considerable número los profesores de secundaria y bachiller con problemas en sus aulas debido a una falta de autoridad con respecto a sus alumnos. En muchos casos no saben como controlarles y eso les crea frustración y depresiones. Otras veces tiran la toalla y se dedican a dar clase sólo a aquellas personas que realmente quieren aprender.
Bajo mi punto de vista, uno de los factores que están influyendo en todo esto es la sobrevaloración que recibe la juventud en nuestros días. Todo el mundo quiere ser joven. Un alto porcentaje de la propaganda que bombardea todos los días nuestras vidas va dedicada de manera meramente superficial a tratamientos para mejorar nuestro físico y al cómo podemos ser eternamente jóvenes. Los niños y niñas de 13 y 14 años, antes incluso, quieren tener 20 años, y los “adultos” de 30, 40…, quieren seguir teniéndolos. De ahí que ahora los padres, profesores…de nuestros jóvenes quieran convertirse en “colegas” de sus hijos, alumnos..etc.
El castigo, como estrategia pedagógica, se ve de manera extremadamente negativa y, por ello, a los jóvenes se les deja que hagan lo que quieran y que piensen lo que les de la gana cada vez más. Esto acarrea que el respeto hacia las personas mayores se vaya perdiendo a pasos agigantados, tanto en la propia familia como en el entorno escolar. Nos encontramos ante una sociedad perdida, con unos jóvenes que no saben como pensar ni de que manera, sin carácter crítico, que se dejan llevar por lo que dice la mayoría y en los que domina una mentalidad materialista y superficial. Unos jóvenes víctimas de una sociedad acelerada, relativista, sin unos principios claramente marcados. Una sociedad que Juan Manuel de Prada ha denominado “La nueva tiranía”.
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